jueves, 22 de enero de 2009

Comentarios a "¿Entre qué gentes estamos?"

El segundo artículo de Larra tiene también un desarrollo casi escénico. En él, el propio Larra y un antiguo compañero de colegio francés van recorriendo las diferentes escenas, en las que un transitar de personajes costumbristas ejemplifican la pérdida de los modales y la cortesía entre funcionarios, artesanos y pueblo llano.


Tras una breve introducción en la que el autor aclara que su artículo no es político (aunque el título dé pie a pensar en ello) sino costumbrista, la historia empieza con la llegada del antiguo compañero de Larra (recordemos que el escritor fue interno en un colegio de Burdeos ente 1813 y 1817) y la decisión de alquilar, con motivo de tal visita, un carruaje que, a la sazón, se trataría de un cabriolé, un “bombé decente”. La aparición del carruaje alquilado permite al autor hacer una magnífica descripción humorística de sus defectos: se trata de un birlocho en mal estado, lleno de polvo, con un caballo que es la viva imagen de Rocinante y un conductor “gemelo del caballo” en lo “irracional” y en lo famélico. Esta descripción y la escéna cómica que le sigue (los asientos, por el mal estado y el mucho peso, se hunden y el decrépito caballo, al no llevar barriguera, se levanta a como “un espíritu desprendiéndose de la tierra”), pueden ser, en una primera lectura, de difícil comprensión, pero los comentarios que hicimos y una segunda lectura permiten valorar la extrema comicidad de la escena.


Esta lamentable experiencia obliga a Larra a ir a quejarse al calesero, quien, por toda compensación, le pagará con impertinencias (“¡A París por gangas!”), malos modos y amenazas. El calesero, que “hablaba en majo y respondía en desvergonzado”, le tratará de “lechuga”. Además, el corro de gente que se arremolina en torno a la discusión, tomará el partido del calesero, lo aplaude y se ríe de Larra y de su amigo.

La historia continúa en la policía, donde las expectativas de Larra (“aquí verá otra amabilidad y otra finura”) no se ven colmadas. Los dos funcionarios los ningunean, los increpan, y hacen comentarios maleducados sobre el francés. Este último recrimina a los funcionarios y éstos le amenazan con la cárcel, se niegan a despacharlo y lo despiden con el clásico “vuelva usted mañana”.

Posteriormente, las visitas al sastre y al café, si bien exentas de las violentas maneras de las anteriores, escenifican otros modales igualmente lamentables: el sastre no se descubre, le llama por su apellido, bromea, les hace esperar, es grosero; el mozo del café se permite unas confianzas inusitadas, es impertinente…


El francés, sorprendido por la familiaridad de trato entre las diversas clases sociales, llega a la conclusión de que “aquí todos los hombres son uno”, es decir, cree descubrir una sociedad avanzada donde se practica el alto valor de la Igualdad. Pero Larra lo corrige en su falsa apreciación y le explica que “esa aparente confusión y nivelamiento extraordinario no es el de una sociedad que acaba, es el de una sociedad que empieza…”


Pasando a los comentarios de los lectores, fueron muchas las aportaciones:

- Recordamos la biografía de Larra: su padre afrancesado, su exilio familiar en Francia y los años de educación primaria en ese país, su compromiso con la causa liberal, su amplitud de miras intelectual que le hacía criticar un país que consideraba atrasado y necesitado de reformas, no sólo en lo politico, sino también en lo social, y, dentro de lo social, también en las costumbres. Recordamos las esperanzas que puso en la Regencia de la Reina María Cristina y el posterior desencanto que, le embargó, en lo político y en lo personal.


- Hablamos de un posible sentimiento antifrancés de la población, de la huella de la invasión napoleónica, de la influencia cultural francesa en las élites intelectuales del Madrid de la época.


- Comentamos la actualidad del tema de la cortesía, las maneras de tratarse entre las personas de diferente extracción social, diferente edad, diferentes países.


- Hablamos del recurso al “perspectivismo” por parte de Larra, que le hace describir unos hechos a través de los ojos de un personaje interpuesto: su amigo francés. Algunos lectores rememoraron las Lettres persannes de Montesquieu o las Cartas marruecas de Cadalso en lo que se refiere al uso de comentarios de un extranjero para criticar las costumbres de la época.


- Hablamos, en suma, de la actualidad y de su mensaje y buena prueba de ello es que Robert, uno de nuestros lectores, nos hizo apreciar la analogía entre “¿Entre qué gentes estamos?” y un artículo de Javier Marías titulado “Adiós a la educación” publicado en junio de 2006.

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